Lo difícil que es hablar sobre algo que
quieres ignorar totalmente y completamente.
La no aceptación de un hecho no significa que
ése no exista.
Y sí, es difícil hablar sobre el cambio de
papeles entre padres e hijos mientras el primer se hunde entre los años.
Mi papá tiene 89 años.
El domingo pasado salió a caminar cerca de mi
casa y se fue al suelo. Nada grave, pero que le dejó con algunas heridas
físicas.
Al regresar a la casa (con la ayuda de algunos
vecinos), en el momento que me acerqué a él, me dijo:
-
Esta es la que cura las heridas.
Ya
quisiera que fuera verdad…
Lo muy obvio es que me puse a pensar en las
tantas veces que él hizo el mismo conmigo. Las veces en que me fui yo al suelo
y él se puso todo preocupado y siempre llamaba a mi madre:
-
Maríííííííííííía! Corra. La niña
estropeó las rodillas. (O los brazos.) (O la frente.)
Él siempre me ponía en sus hombros. Siempre me
cuidaba.
Ayer aún tenía el cuerpo dolorido por la caída
y necesitó me ayuda para levantarse de la silla. Le tuve, por primera vez
en mis brazos con la necesidad y confianza total de mis fuerzas
para mantenerse en pie.
Obviedades (de nuevo): De las muchas veces
que nos sucedió el revés.
No es fácil aceptar que tu padre ha cambiado.
Que tu súper héroe ahora necesita de ayuda.
No es fácil entender que se atrevió a hacer
esto.
No es fácil darse cuenta de que él es sólo tu
padre. Y que esto ya es mucho.