Triste



Ayer se fue Eduardo Galeano. 


Luego por la mañana he leído que nos dejó.


Las gracias le son dadas desde todos los rincones del mundo.


Incluso la mía también se lo di.


Soy brasileña de pura cepa. No tengo raíces en ninguno país de lengua española y entretanto hablo español casi como un nativo, nivel C1(el C2 sólo para los que nacen en países del castellano – así me lo dijo la escuela).  Muchas de mis clases han sido con sus obras. E, incluso cuando no tenía clases con textos de Galeano, lo leía desde mi casa, autobús, calle, viajes, etc.


Me encantaban tanto sus textos que en 2011, de vacaciones, fui para Montevideo a conocer la tierra que debería ser la tierra más hermosa del mundo por habernos regalado tan grande escritor. 


Ayer he sentido mucho su ida. Duele saber que hay, todavía, aún muchas palabras que no han sido escritas y que ya no las conoceremos. 


El último adiós no existe.


En cuando se queda en nosotros un poco del que se fue. Un artista, un maestro nunca sabe a dónde termina su influencia en la gente. Puede que pase días, meses, años y su obra sigue dándole vida en los ajos de quienes le están leyendo. 






Ojalá así sea.      


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